En la universidad conocí a una chava muy peculiar, se llama Belinda Gibb (le decíamos Bunge y Bindy, a petición de ella misma). Bindy venía del Oeste de Australia de una ciudad llamada Perth. A Bunge se le marcaban los bíceps como a ninguna otra del equipo, era verdaderamente atlética y muy rápida. La mitad del tiempo no le entendía ni la mitad de lo que decía ya que su acento era muy marcado, pero me gustaba escuchar de cómo creció con una playa como su patio trasero y cómo surfeaba en ella casi diario. Ella era muy alegre, disciplinada, religiosa y con atenciones muy amables. La recuerdo con mucho cariño, y hoy me gustaría compartirles cómo el basket la llevo a una región muy remota. Ella lo cuenta con sus palabras a continuación…

Belinda Gibb, escuela de vida en vivabasquet.com

Kununurra. Una ciudad con 7,000 personas en la región remota de Kimberly en Australia Occidental. Un lugar donde el medio ambiente es duro, pero al mismo tiempo increíblemente hermoso. Estas fueron las primeras cosas que descubrí acerca de Kununurra cuando lo busqué en Google después de haber recibido la notificación de que yo estaría mudándome allí para empezar mi primer trabajo como maestra. Estaba bastante asustada por el gran cambio, pero muy contenta de comenzar una nueva aventura.

Mi puesto como una recién graduada era de Maestra de Educación Física de Primaria con un rol adicional como Coordinadora del equipo de baloncesto de niñas. Había alrededor de 450 estudiantes en la escuela primaria, alrededor de la mitad de los cuales eran de herencia indígena. La idea del equipo de baloncesto era animar a las niñas indígenas a ser parte de un grupo deportivo. Esto implicaría dos entrenamientos a la semana por las mañanas y un partido los miércoles por la tarde contra otras escuelas. Cada período escolar tenía que organizar un campamento o viaje a alguna parte para que las niñas se emocionaran y tuvieran algo por lo que aspirar y motivarse a echarle ganas.

A los niños indígenas se les asociaba con baja asistencia a la escuela, así que siempre se pensaba en maneras de fomentar que su presencias en las aulas fuera más constante. Los niños tenían un equipo de futbol australiano muy exitoso llamado ‘Clontarf’, esto funcionó muy bien con los chicos así que buscábamos que las niñas tuvieran un equivalente y ese era mi trabajo: poner en marcha un equipo de basquetbol que las motivara a ir a la escuela. Fue muy divertido, me gustó mucho conocer a los niños y aprender sobre su cultura. Muchas de las niñas eran naturalmente muy atléticas y aprendieron las habilidades del básquet, fácilmente. Aunque también hubo momentos muy desalentadores como ver algunas actitudes y comportamiento apático, sin embargo, al saber por los problemas que los niños pasaban a diario, puso muchas cosas en contexto para mi, me hizo tener una perspectiva diferente ¿cómo les podía interesar un juego cuando muchas veces ni veían a sus papás y no tenían dinero para comer?
Como dato adicional, los aborígenas en Australia (así como muchos otros grupos indígenas en otros países) tienen la reputación de ser alcohólicos y de no tener trabajo al ser las personas sin hogar que piden dinero en las ciudades o que simplemente no se integran a la sociedad.

Belinda Gibb, escuela de vida en vivabasquet.com

Pasé dos años allí en Kununurra antes de regresar a la ciudad de Perth. A pesar de los retos de vivir tan alejada de todo, fue una experiencia maravillosa. Uno de los retos era que estaba a 3,214 kilometros de Perth, todos los días había un clima de 45 grados centígrados con 100% de humedad, además lidiábamos con los problemas sociales que conlleva alcoholismo y la violencia doméstica. Sin mencionar el miedo constante de que me fuera a comer un cocodrilo cada vez que quería meterme a nadar. Además, no había restaurantes, tiendas, etc. Así que como no había mucho que comprar, logré ahorrar bastante (además el sueldo era generoso ya que no mucha gente se anima a tomar estos trabajos).
Me encantó la belleza de la naturaleza, las cascadas, los cenotes, el desierto color rojo brillante y a su vez con una vegetación de un verde intenso, los árboles boab, las puestas de sol, la gente amable, las visitas de los muchos amigos que vinieron a conocer y las innumerables lecciones de vida que aprendí como maestra principiante. Todas las experiencias me prepararon bien para una carrera en la enseñanza.

Yo recomiendo ampliamente buscar exponerse a este tipo de contextos diferentes para abrirnos los ojos a los muchos problemas que la gente enfrenta todos los días, especialmente los indígenas. Te enseña mucho no sólo sobre la educación sino de la vida en general. Nunca pensé que el basquet me llevaría a estos lugares…

Belinda Gibb, escuela de vida en vivabasquet.com

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