Una canasta con sabor a oro para Manu

Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 siempre serán recordados como uno de los momentos más altos de una generación de basquetbol argentina que se vistió de gala tras vencer al siempre favorito Estados Unidos. Los dirigidos por Rubén Magnano se ubicaron en el grupo A, el de la muerte, al lado de las potencias España, Italia y Serbia y Montenegro, siendo éste último el primer rival a vencer.

Como era de esperarse, fue un juego de alto voltaje en el que ambos equipos lucharon hasta el último segundo por conseguir la victoria. Los instantes finales fueron un vendaval de emociones, es especial para la afición argentina. Serbia estuvo arriba hasta por tres puntos con menos de 30 segundos por jugar, pero la garra de Manu logró dejar el marcador igualado tras conseguir el faul y cuenta.

Con poco menos de 10 segundos en el reloj, los serbios se pusieron adelante en el marcador tras anotar uno y fallar uno desde la línea de castigo. Quedaron tres segundos en el reloj, Andrés Nocioni sacó de fondo, Alejandro Montecchia fue quien movió los hilos y, como si fuera jugada de fut, el contragolpe terminó con una jugada espectacular de Manu, lanzado hacia el frente y anotando la canasta del triunfo contra la chicharra.

Sin duda alguna, fue una canasta con sabor a oro para Manu. Con esfuerzo y garra, la canasta del triunfo de Ginóbili ante Serbia fue un embrión anímico para lo generación dorada del basquetbol argentino que sorprendió al mundo en 2004. Con el Oro colgado en el cuello, Manu fue nombrado el mejor jugador del torneo y con ello quedó su nombre grabado en el Olimpo deportivo.

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