Hace poco menos de una semana les hablamos de los libros de basquetbol que recomendó Barack Obama, uno de los fans más apasionados del deporte. Uno de esos libros es Basketball (and other things) un libro escrito por el autor de ascendencia mexicana Shea Serrano y que se ha vuelto una especie de nueva Biblia para entender el basquet a partir de la llegada de Larry Bird y Magic Johnson a la NBA.

Para este libro, Serrano invitó a Reggie Miller a escribir el prefacio, uno de los jugadores leyendas en la década de los noventa. Shea Serrano creció en San Antonio y es fan de los Spurs, pero por alguna extraña razón, uno de sus primeros recuerdos del basquetbol fue ver a Reggie en la televisión. Por dicha razón, para el escritor fue un honor contar con las memorias de Reggie Miller en su libro, muchas de ellas llenas de nostalgia por la duela.

Las memorias de Reggie Miller

Como a muchos de sus generación, Michael Jordan marcó a Reggie de por vida. En su entorno siempre estuvo presente el basquet. Su hermana Cheryl Miller es una de las leyendas del baloncesto y fue a través de ella que conoció a Jordan cuando ambos ganaron el premio Naismith.

Miller estuvo en UCLA, lo que siempre significó una ventaja ya que durante el verano, todas las estrellas de la NBA se encontraban en Los Angeles e iban a jugar al gimnasio de la Universidad. Miller recuerda lo afortunado que era al tener la oportunidad de jugar con Larry Bird, Magic Johnson y Michael Jordan durante las cáscaras veraniegas.

Otro de los puntos que Miller comenta en el prefacio es la influencia que tuvieron sus compañeros en su temporada de novato. Clint Richardson un día se sentó a su lado en el autobús durante su primera gira y le dijo que debía ser un líder, ser único en la liga. John Long fue otro de los veteranos que se acercó a Miller durante sus primeros pasos lo apoyo, aún sabiendo que tarde o temprano el joven Miller le quitaría el lugar.

A pesar de que no logró obtener el anillo de campeón de la NBA, Reggie Miller es un pilar del basquetbol contemporáneo. Dejó una huella imborrable para todos aquellos que fueron testigos de su talento en la duela.

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