El inicio de los Juegos Olímpicos está a la vuelta de la esquina. Estados Unidos es el máximo ganador de medallas de oro con 14, tiene una de plata y un bronce. A pesar de ser la selección olímpica con mayor número de preseas en el baloncesto, el máximo anotador no es norteamericano, sino brasileño. Oscar Schmidt es el máximo anotador en la historia de los juegos con 1,093 puntos en cinco participaciones.

Schmidt es uno de los jugadores brasileños más importantes de la historia, en 2010 ingresó al Salón de la Fama de FIBA, además de ser uno de los tres jugadores con más participaciones en el torneo olímpico con cinco al lado del boricua Teófilo Cruz y el australiano Andrew Gaze.

Leyendas Olímpicas: Oscar Schmidt

Su participación más importante fue en De Seúl en 1988, el conjunto brasileño quedó en quinto puesto luego de perder en cuartos de final frente a la Unión Soviética 110 a 105, misma que se quedaría con la medalla de oro. En aquel torneo, Schmidt culminó su participación con 340 puntos en 8 juegos.

Durante su carrera se desempeñó como jugador de múltiples equipos en su país natal como el Corinthians y Palmeiras, también tuvo un paso por el baloncesto europeo con Snaidero Caserta y Fernet Branca Pavia de Italia y el cuadro español del Forum Valladolid. Oscar Schmidt es, a la fecha, el jugador con la mayor cantidad de puntos anotados en la historia del basquetbol: 49,703 puntos, los cuales acumuló en una exitosa historia que duró más de 30 años.

Le dijo no a la NBA

Para 1984 los Nets de Nueva Jersey lo eligieron en el Draft, pero tomó un camino diferente:
“Me draftearon en la sexta ronda, fue tras los juegos de Los Ángeles. Me dije, voy allí y les enseño lo que se pierden. Entrené una semana y jugué cinco partidos. Dos ante Barkley. Me defendió y nunca me hizo falta. Le dije al entrenador, gracias por draftearme, anotaré un punto por cada minuto. Él se quedó pensando, quién es este tipo. Y anoté un punto: 25 minutos, 25 puntos. Me ofrecieron un contrato garantizado y les dije: gracias pero si juego aquí un partido no podré volver a jugar con mi selección. Esa era la normativa por si la gente no lo sabía».

Así fue como Schmidt declinó la propuesta de quedarse a jugar en la NBA, aunque asegura que de haberse quedado, pudo haber sido uno de los 10 más grandes de la historia del basquetbol. Su legado a nivel mundial es innegable, a pesar de que nunca fue un personaje asiduo de las cámaras, su nombre se encuentra escrito con letras doradas en el olimpo de baloncesto.

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